Estudio de composición fotográfica aplicado


Cuando pierdes
la noción del tiempo,
decides esperar contra una pared...

Te recuestas y miras
pasar a los transeúntes...

Sólo en ese momento te das cuenta...

Tu vida,
ya sólo amarilla y negra,
es monótona,
aburrida...

Tus escenarios
dejaron de ser circulares
y ahora son cuadrados,
grises y patéticos...

Tus formas ya no son horizontales,
ni tranquilas,
ni relajantes,
ni pacíficas,
ni equitativas,
ni políticas...

Sino son ahora violentas,
democráticamente erróneas,
jerárquicas,
erguidas y
verticales...

Y el vanguardismo de la línea diagonal
te lo pasas ahora por las pelotas,
por los huevos,
por tu escroto empapado en salsa de soya,
en aceite lubricante,
en índoles cambiantes,
contrastantes y
contradictorias...

Y ahora es cuando te das cuenta...
Y cuando intentas erguirte,
ya no puedes...
Y cuando intentas pintar la pared,
se ha terminado la pintura...
Y cuando gritas para reclamarle a Dios,
ya es demasiado tarde...

Estás chingado y tirado a la mierda...
Además, acabo de tomarte una fotografía...

Tradicionalmente Indestructible

Hoy tenías que acostarte temprano, casi junto con el Sol y la vieja de la casa de en frente, pero se te fue el tiempo… Tal vez el constante y lamentable goteo del café te distrajo un poco; o bien pudo haber sido el distante olor verde del pollo; o el sarro de la llave de agua de la cocina. Deberías limpiar un poco. Mover el refrigerador debe ser entretenido. Puedes asomar tu cabezota y mirar los siete u ocho ratones muertos. Dicen que la humedad mata. Que cada una de las pequeñas gotitas que flotan en al aire comienzan a perforar tu piel; que después se internan- como inocentes huérfanos- en tus órganos; y que después ya no hay forma de expulsarlas... Cuando te das cuenta, hay una interminable procesión de peligrosos cuchillos a tu alrededor. “Mierda,” dices, “necesito cerrar las ventanas.” Y pasan las horas. No te has acostado. Tal vez fue la mugre, el peligro, o el desfile… “Pero que curioso,” te dices, “este año, la influenza se comió el desfile…” …Y te das cuenta… “¡Carajo!”

Fiestas Patrias

Tiemblan tus piernas y se agitan tus pómulos cuando la niebla peruana, tiritando, se asoma por el balcón... Anochece. Ya pasan pocos carros y los tres, cuatro, o tal vez cinco que desfilan, cortan las ligeras gotitas de agua que mojan tu camisa y humedecen tus senos. Pides un cigarro y lo enciendes celosa y vertiginosamente. Comienza a llover y decides entrar al cuarto. No terminaste de fumar. Lanzas un par de insultos al aire y entras a la casa culpando al gobierno por el mal clima… Definitivamente han comenzado las fiesta patrias...

Falta de Aprehensión

Marcos no entendió del todo porqué su madre era tan joven, radiante, curvilínea, y hermosa. Tampoco entendió qué cosa eran las pastillas blancas que ella tomaba antes de dormir ni quiénes eran los distintos hombres que constantemente entraban y salían de su habitación; ni porqué era un hombre distinto cada noche; ni porqué cada mañana ella se despertaba diciendo: “los hombres son unos pendejos para coger, sólo te la meten y te la sacan…”… Lo que menos comprendió es porqué la mañana en la que él cumplió 3 años de edad su madre no se despertó y él encontró el frasco de las pastillas completamente vacío…

Marcos nunca supo qué le pasó a su madre aquélla mañana en la que nadie lo sacó de la cuna...

...Conocerte...

No tengo la capacidad
de decirte quién soy
porque no soy nadie...

Lo que digo
no importa,
y lo que hago
nunca sucedió...

Por tanto,
no tengo la capacidad de conocerte...

Ni de conocerme...

Ni de darte
una cachetada
mientras leemos poesía...

Por tanto,
ninguno de mis golpes duele,
y ninguna de mis palabras mata...