Lees

Mientras lees las últimas páginas de la noche, comienzas a dar vueltas por toda la habitación. Pesan los grilletes de la mierda que te ha amarrado a lo largo del día, y los insultos acomodados comienzan a quemar... Tus ojos recorren -temblorosos y poco enfocados -un párrafo, pero regresan al principio... Sólo lees palabras; ya no lees ideas; ya no lees imágenes; ya no lees autores; ya no lees evangelios; ya no lees mierda; ya no lees mentadas; ya no lees insultos y groserías; ya no lees la basura de otro. Tienes que remontar cada línea que intentas leer y -cuando lo haces -todo se te vuelve a olvidar. Tal vez si te dieras cuentas de toda la mierda que te atrapa; tal vez si pudieras comprender todo lo que sucede; tal vez si rompieras esas cadenas, tal vez... tal vez podrías leer. Pero esa idea no pasa a través de tus sesos, de tu cabeza. Siempre es más fácil desvelarse leyendo, no comprender nada, y pensar que la mierda siempre le pertenece al otro.