Falta de Aprehensión II

Anoche, tu madre decidió acompañarte a dormir. Aún no soportas la grisácea soledad y el desvergonzado abandono. Aún prendes una pequeña lámpara y te regodeas con la calidez y la confianza que perdiste hace cuatro años, en el momento en que naciste... Ella ya es vieja y gorda y su brazo -que mide tu cuerpo, que abarca toda alternativa de latido- corta la relación que tu mirada mantenía con el techo de tu habitación. Pesa. Aún así, eres pequeño e indefenso y la necesitas. Te falta aire y cierras los ojos. No poder respirar adecuadamente obliga al sueño y te lanza hacia el descanso.

Tu madre olvidó levantarse para dejarte respirar. Ahora, en la mañana, la pequeña lámpara ya no alumbra como anoche; ahora, la pesadez de tu madre se ha vuelto insignificante; ahora, ya no necesitas a nadie ni a nada...

Anoche, tu madre te regaló la compañía de la muerte...