El Color de la Noche

Ahora-
la cereza ya sólo era
una pequeña brisa contra
tu frente-

El último golpe
de sabor
terminó cuando tragaste mientras
recorrías la cortina-
de suave lino
o terciopelo
u olvido
o falta de
tacto
de una mujer
es decir
una cortina
sucia-
y mirabas la noche-
la noche del poeta
con la blanca luna del poeta
o tal vez con el poema
de la luna
en una negra
noche
como la que atravesabas
o-
tal vez-
una noche poética que nadie
se atrevería a escribir

(la poesía
es tan curiosa
a veces)

Y
de pronto
apareció en el edificio-
que tapa la poca luz que podría entrar por tu cocina-
una mujer blanca
de ojos rasgados
finos
delicados
exóticos
verde limón
claros-
como el agua
como la poesía

La miraste
te devolvió el favor
la elogiaste con los ojos
y te guiñó uno de los suyos
la saludaste
y ella también lo hizo-
claro
coquetamente-
te levantaste de tu silla
y ella te pidió que volvieras a tu lugar

De pronto
la mirabas
en la cama

sus ojos
ahora eran su vagina

su guiño
ahora era un beso

su saludos
ahora eran una caricia

y ya no había silla
ni comedor
ni distancia

tu rostro
se escurría
entre sus plateados senos
mientras sus poros se abrían-
no sólo por el sudor
por el calor
y por el deseo-
sino por la bienvenida

sus pezones erectos
se extendían más allá del límite
de tu fantasía

ahora ella era un valle amplio

ahora ella era una playa calma

ahora ella era el Hades

ahora la penetrabas
y mirabas sus ojos llorosos

ahora su pequeño ombligo se perdía
entre elipses carnales
de pasión

ahora su cuello te provocaba ternura
ahora muerte
ahora hambre de mujer
ahora repudio

sus pezones-
nuevamente-
en tu rostro
en tus labios
en tus ojos

su vagina-
casi tan rasgada como
los verdes arroyos zen
depositados a ambos lados
de la tan delgada nariz-
se erguía
frente a tus muslos

la penetrabas

una
dos
tres
cuatro
cinco
seis
siete
veces

tal vez más

o menos

después giró sobre sí misma
para mostrarte el porqué
las orientales no
son sólo niñas buenas
sino también colegiales hambrientas
sucias-
como tus cortinas

te mostró dos trozos de carne
casi perfectos
color
rosado
claros
como el agua
como la poesía
pero
jamás como
la noche.