Falta de Aprehensión

Anoche, tu madre decidió acompañarte a dormir. Como eres un cobarde, aún no soportas la grisácea soledad y el desvergonzado abandono. Antes de cubrirte con las cobijas con carros y superhéroes, sueles prender una pequeña lámpara y regodearte con la calidez y la confianza que de ella emana... Tienes cuatro años y aún temes al mundo... Ella (tu madre) ya es vieja y gorda y su brazo -que mide tu cuerpo y abarca toda alternativa de latido- cae sobre tus ojos y no te permite observar la negrura del techo. Pesa. Aún así, eres pequeño e indefenso y la necesitas. Ella gira sobre su eje, altera la gravedad por efectos de masa, y sientes el calor de sus senos oprimiendo tus narinas y su exceso de mierda e intestino apretando tu estómago. Comienza a faltarte el aire. No poder respirar adecuadamente te obliga al sueño y te lanza hacia el descanso. Ahora, por la mañana, la pequeña lámpara ya no alumbra como anoche; ahora, la pesadez de tu madre se ha vuelto insignificante; ahora, ya no necesitas a nadie ni a nada... Anoche, tu madre te mostró su asfixiante y sofocante cariño.