Negro

Cada tecla que golpeo,
Con su respectivo “clic” ciego,

La camisa que traigo puesta,
Sucia y sudada de axilas y pecho,

Los pantalones que se aferran a mi cadera,
Con manchas cafés,

Las letras de este poema,
Con el que pierdes el tiempo…

La ya trillada noche –
Con las estrellas y todas esas mierdas.

El luto de mi hermana,
De cabeza –
Su pinche velo-
A los pies –
Sus pinches zapatos.

Las venas marcadas del antebrazo que,
Con una inyección de heroína-
Que inhibe la poesía, el dolor, y que tira a la alfombra,
Que arrastra por el suelo,
Que hace que cierres los sentidos y disfrutes la oscuridad de tus párpados-
Parecen explotar en cualquier momento.
Laten y duelen,
Lastiman,
Son alcantarillas llenas de ratas recorriendo el cuerpo
Rasgando toda tu carne
Tensando los músculos
Y cegando los ojos…

Las fotografías que prenden de la pared de la casa de tu abuela,
Quien prácticamente gime a cada movimiento
Por su artritis
Y su vejez
Y senos que cuelgan y que la encorvan
Y la marrón dentadura postiza que la empuja a comer tierra y polvo…

Tal vez tus ojos…

Las cenizas del poema quemado,
Esparcidas por toda tu sala…

Alguien no limpió la chimenea…

Negro…

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